Las tribus más fascinantes de Etiopía (I)
Es el lugar donde se encuentran algunas de las tribus más intactas de la Tierra: en los recónditos valles del Río Omo en Etiopía, donde los paisajes de exultante verde se entremezclan con inhóspitas tierras yermas, unos quince grupos étnicos, algunos de ellos en peligro de extinción, viven fieles a sus costumbres y tradiciones desde hace siglos. Te invitamos a un recorrido por ceremonias ancestrales, sorprendentes rituales de decoración del cuerpo y una forma de vida atávica regida por códigos tan solemnes como indescifrables.
Había leído libros, visto un millón de fotos de aquellas tribus y sin embargo, nada me había preparado para encontrarme con la mirada dura, casi primitiva de un Mursi, nada para la escena en que las Hamer reciben fuertes latigazos por parte de sus hombres como parte de un extraño ritual de amor, nada para deambular por mercados atestados de individuos con cuerpos pintados, tocados de plumas, cabellos untados en arcilla como si de un museo viviente se tratase… y sobre todo nada me había prevenido para encontrarme con aquel niño de las tribu de los Karo que se aferró a mi mano como queriendo fundirse conmigo y me pidió con los ojos que de alguna manera no saliera de su vida.
«Highland, highland» corea al unísono el grupo de chiquillos semidesnudos que nos reciben a la entrada de la aldea, apuntando a nuestras botellas de agua. A lo largo de nuestro viaje comprenderemos que las botellas de plástico son uno de los tesoros más preciados para las tribus del valle del río Omo, con ellas transportan la leche o guardan la miel; también, que Highland no es sino una de las marcas de agua embotellada más populares del sur de Etiopía. A grito de “Highland, highland”empezaba casi irremediablemente cada una de nuestras visitas a alguna de las aldeas que jalonan este inextricable valle.

HAMER
Ellos son los más bellos con sus esbeltos y sensuales cuerpos y sus finos rasgos salidos de ninguna parte; ellas, las mujeres más cotizadas de la región por su elaborada parafernalia de belleza. Los Hamer son de las tribus más hospitalarias y abiertas de todo el Valle Omo, casi los únicos que permiten asistir a los extranjeros a una de las ceremonias más impresionante que nunca haya visto, el llamado “Salto de la Vaca”, el “Ukulí Kulá”, la celebración de la madurez del varón en la que éste se convierte en guerrero y adquiere el derecho a casarse. Para obtener este reconocimiento, el “ukulí”, el saltador, deberá saltar al menos 4 veces una hilera de 10 vacas ante la mirada expectante de toda la comunidad.
La algarabía de cascabeles y cornetas es ensordecedor en la explanada elegida por los Hamer para la ceremonia del “Salto de la Vaca” aquel final de tarde de un caluroso día de octubre. Las mujeres bailan y cantan exhibiendo sus intrincados peinados de arcilla ocre y sus faldas de piel de cabra rematadas con piezas metálicas. En el cuello, el collar con una protuberancia que las distingue como primera esposa (dotada de un estatus social más elevado) o aquel simple que portan las segundas mujeres (los Hamer son polígamos). Los varones, que lucen vistosos tocados de plumas de avestruz en la cabeza, aguardan sentados o bien dando apoyo al “saltador”, protagonista indiscutible de este culto ancestral.
